Estamos de luto en esta humilde bitácora. El mundo ha perdido a un visionario, un artista genuino que amplió nuestros horizontes. En las obras de David Lynch encontraréis una combinación formidable de honestidad e imaginación, un retrato del mal que acecha en nuestros corazones, pero también del potencial que albergamos para el bien, para la decencia y la humanidad en su forma más elevada. Ya sea en sus trabajo más crípticos como en los más accesible para el público general, siempre veréis un estilo único y personal, guiado siempre por una curiosidad auténtica. Aquí no hay máscaras hechas de ironía, no hay falsedad. Duele especialmente por nuestra conexión a través de la legendaria Masuimi Max, que tiene un cameo icónico al final de Inland Empire. El mejor homenaje que le podemos hacer a este grande del cine es ver sus obras y comentarlas. A continuación os dejo dos sentidos homenajes que le han hecho dos dibujantes geniales como son Bill Sienkiewicz y Naoki Urasawa.
El mensaje habitual en estas circunstancias, descanse en paz, no parece apropiado para alguien que ha explorado lo desconocido tanto en cine como en televisión. Creo que es mejor desearle que siga explorando el universo, ahora libre de las ataduras de un cuerpo físico y finito. Ojalá algún día podamos reencontrarnos. Estoy seguro de que tendrá nuevas historias que mostrarnos.
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